Paliativo.
Una palabra que puede hacer que, de repente, todo nuestro mundo se desmorone. Paliativo. No solo te paraliza, sino que te invade. El miedo. El miedo a todo a lo que no va a dar tiempo. Porque cuando entras en la fase paliativa, no sabes qué tiempo queda exactamente. Lo que sabes es que es finito. Aunque si lo pensamos fríamente, todos somos finitos. Todos somos paliativos. Aunque no tengamos una enfermedad que nos ponga el título en la frente.
Somos mortales. Antes o después se nos acabará el camino que recorrer. Y todos lo sabemos. Pero no nos interesa o no queremos enfrentarnos a lo que aquello conlleva.
El problema aparece cuando somos paliativos. Cuando ya no se puede hacer nada. Cuando no hay vuelta atrás. Cuando el tiempo parece ralentizarse, sin tener sentido ninguno de tus días. Pero, ¿sabes qué te digo?
Ojalá tuviera el valor de muchas personas. Ojalá pudiera enfrentarme a la palabra muerte como lo hacen otros muchos valientes. Valientes que se encargan de vivir los momentos que les quedan de la mejor manera posible. O mejor aún si cabe. Ojalá yo pudiera hacer eso. Ojalá mis últimos días se convirtieran en una carrera contrarreloj en la que solo se aceptan risas, viajes, abrazos, sonrisas, miradas. Un camino en el que la compasión no existe. Un camino en el que no vemos el final a pesar de que esté escrito.
Por ello, engáñame. Engáñame cuando sepas que voy a ser paliativa. No me dejes saberlo. Porque no soy una valiente. Soy una cobarde que mira a la muerte con mucho miedo. Con demasiado diría yo. Pero es que la vida es tan bonita... Te da tanto. Y, obviamente también te quita. Pero cuando te quita, te regala el aprendizaje. La vida puede ser dura. Pero es vida. Nos mantiene a flote. La muerte nos lleva. Y, entonces, estás solo. Y sí. Me da miedo. Me da miedo estar sola, no saber qué hay después. Porque hay algunos que perjuran que después de la muerte, estamos más vivos que nunca. Pero nadie ha venido a decírmelo. Ni lo pretendo. Solo quiero quedarme aquí. En el mundo terrenal. Aprendiendo, abrazando, llorando, trabajando, viajando, amando, queriendo, sonriendo, comiendo, durmiendo, sudando. Lo que yo llamo vivir.
Por lo que hazme un favor. No me dejes saber que soy paliativa, si en algún momento de mi vida eso pasa. Solo te pido que disfrutes de mí. Que intentes hacerme disfrutar. Porque seré feliz. Sé que suena egoísta. Porque tú conocerás mi final. Y eso te haría vivir con un poco de agonía mis días. Pero vívelo como una aventura. Vívelo conmigo. Hasta el final.