Cuando te encuentras en un momento perfecto de tu vida. Un momento que realmente no quisieras que acabara. Un momento en el que lo menos que te importa es el paso del tiempo pero, realmente, cuando miras el reloj y ves lo rápido que avanza, te das cuenta que tienes otras obligaciones, que deberás dejar aquel momento donde se quedó y convertirlo en un recuerdo magnífico, en este caso. Aquí el tiempo nos roba, corre más que nunca. Tal vez por eso siempre nos estén diciendo que aprovechemos al máximo lo que tenemos delante sin pensar en lo que vendrá. Porque el ahora vuela y el mañana, antes o después, llegará.
Pero, ¿qué pasa cuando miramos el reloj y el tiempo parece no avanzar? ¿Por qué se queda anclado? Es sencillo. Aquí también juega con nosotros. Normalmente, por regla general, cuando el tiempo parece detenerse dando lugar a nuestra agonía, es porque pretende que nos hagamos fuertes. Que seamos capaces de afrontar lo que tenemos delante puesto que en la vida no todo son rosas sin espinas. También debemos valorar este tipo de flores, no todo van a ser margaritas con pétalos que retirar.
De un modo u otro, somos víctimas del tiempo. Y no podemos quejarnos de eso. Siempre lo necesitamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario