Y he de decir que como complemento son las mejores. Una guarnición deliciosa y exquisita. Porque ante todo ves ese sentimiento. Que avanza, que nos remueve. Que no nos hemos quedado anclados en ese comienzo. Que esto ha ido progresando y a pasos de gigante. Sin darnos apenas cuenta. Y es entonces, cuando a ese sentimiento tan puro, le acompaña la palabra. En concreto dos: "Te quiero".
Un "Te quiero" a la luz de las velas. Un "Te quiero" con música celta de fondo. Un "Te quiero" con el estómago lleno y sin mucho alcohol de por medio, tan solo una flor suiza en forma de cerveza austriaca. Un "Te quiero" inesperado. Y lo mejor de todo, de lo que muchos libros hablan en sus novelas, un "Te quiero" acompañado de una sensación indescriptible por todo tu cuerpo. No sabes si ha sido calor o si ha sido un escalofrío. Tal vez una mezcla de ambos. Pero esa sensación es maravillosa. Un "Te quiero" acompañado del mejor beso, beso durante el que intentas volver a poner los pies en la tierra. ¿Poner los pies en la tierra para qué? Sencillo. Para mirarte a los ojos y corresponderte esas palabras tan sencillas y, verdaderas a la vez.
Por esto, unas buenas palabras, acompañadas de una mejor acción, son sencillamente increíbles.
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