1.
Fuiste el reflejo que más duró. El que más se prolongó. Los reflejos vienen y van. Van y vienen. Ese es su ciclo. Puede que lo que hoy veas, mañana desaparezca. Pues igual con los reflejos. Hoy están, mañana no. Es pasajero o puede que perdure. Tú te anclaste. Te empeñaste en seguir. En ser un reflejo de felicidad, ¿qué coño? MI reflejo de felicidad. Ese reflejo parecía encenderse y apagarse cual bombilla gastada que pide a gritos un recambio. Tal vez ese fue mi problema. No cambiar, no ver que con el tiempo la luz se apagaría. Supongo que los reflejos de felicidad pueden llegar a cegar, quién sabe.
Y así estamos. Hablando en pasado. Reflejos que se van y, espero, no vuelvan. Ya me hiciste feliz en su día. Pero ya está bien. Hubo un momento en el que la luz se apagaba tanto que me di cuenta de la necesidad del recambio. No tengo bombilla, debería comprarla. De momento me conformo con quitarla de la lámpara, esa luz parpadeante me marea, al igual que el reflejo que propagaste en mí.
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